lunes, 9 de febrero de 2009

Revolutionary road


Ayer vi la última película de Sam Mendes: "Revolutionary road". La verdad es que me pareció un coñazo bastante pretencioso. El ritmo en general es muy lento y aunque la fotografía no está mal, los planos se alargan excesivamente. El guión no es malo del todo, pero es demasiado petulante y  se obstina en dar lecciones de moralidad con un trasfondo, según creo, poco profundo. El resultado: un dramón de tomo y lomo. La verdad, me esperaba más del director de American Beauty. 
Al final el más lúcido resulta ser un esquizofrénico residente en un manicomio con permiso de visita los fines de semana.   
Se salva el final, cuando el matrimonio veterano de Revolutionary road se encuentra tomando el té en el salón de su casa y la mujer empieza a parlotear sobre los nuevos inquilinos del vecindario; entonces el viejecito, a falta de un arma más letal para hacer callar a su mujer, desconecta el sonotone y se queda mirando al horizonte con cara de alivio. Y yo me río y pienso en mi abuelo, que hace lo mismo cuando, en las reuniones del incerso, los compañeros empiezan a hablar de la guerra civil en tono melancólico; y pienso lo maravilloso que hubiera sido poder desconectar el audífono en algunos momentos de la película. 
De momento tengo 19 años y mis capacidades auditivas funcionan, pero todo se andará... 

Besos,

 
La srta. Poppins

P.D: alguien debería decirle a Kate Windslet que el rubio le sienta fatal.

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